Cuando yo pinto pierdo el sentido del tiempo, me voy metiendo poco a poco a la pintura. Nunca concibo los símbolos mientras trabajo con la obra, sino que al final los encuentro.
Tomás Sánchez
Tomás Sánchez
El testigo |
De mi infancia...
Recuerdo a mi madre, llevándonos a mi hermano y a mi al patio de nuestra casa y sentarnos juntos a contemplar esos atardeceres inusuales. Entonces, los programas de televisión para niños que tanto me gustaban, pasaban a ser asuntos de segunda importancia.
Mi inquietud artística...
Creo que nací con eso. Mi madre contaba que con menos de 2 años estando ella embarazada de mi hermano, se quedó dormida y al despertar encontró que yo había dibujado con tiza en el piso de la sala, un elefante, un tigre, un león y un alacrán, que eran los iconos de los cuatro equipos de béisbol en aquellos tiempos. Ella pensó que lo había hecho otra persona, pero la casa estaba cerrada por dentro.
Tomás
Sánchez (abajo a la derecha) con sus compañeros de la ENA en 1966
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De mi paso por San Alejandro y la ENA...
Ambas escuelas fueron importantes en mi formación. En esos años en San Alejandro persistía una enseñanza académica con énfasis en el dibujo y la pintura del natural, maneras de pintar, perspectiva y anatomía. De todo esto saqué gran provecho, pero a la vez, quizás por ser uno de los más jóvenes del grupo y haber ganado premios en exposiciones de alumnos, recibí demasiados elogios de algunos profesores. Esto exaltó mi ego; y cuando dejé esta escuela a principios del 3er año, para entrar en la Escuela Nacional de Arte (ENA), aunque trataba de disimularlo,ya mi ego era un problema.
Allí, mi encuentro con Antonia Eiriz, quien fue mi profesora de pintura en el primer curso, me colocó en la actitud correcta. Al principio fue tan exigente conmigo, que llegué a pensar que me tenía mala voluntad; luego descubrí que pocas personas me han querido tanto en la vida. Fue excepcional entre todos mis profesores, porque más que enseñarme ejercicios y técnicas, me enseñó a ver. Antonia, imprescindible en el arte cubano, aún no ha recibido todo el reconocimiento que su obra y su trayectoria merecen. Tuve el privilegio de ser su amigo hasta el final de sus días.
La ENA fue una experiencia única para mi desarrollo artístico y humano. El claustro de profesores era excelente; tanto en la especialidad de arte, como en las asignaturas generales. Pero muy importante fue el convivir todos los días con estudiantes de música, ballet, danza moderna y teatro; esto redundó en una formación cultural integral que enriqueció mi vida.
Es curioso que aún las cosas que menos nos gustaban, como la disciplina militar, los períodos de duro trabajo agrícola y los indiscutibles principios ideológicos -en los que unas veces creíamos y otras no- pero debíamos aceptar, todo eso contribuyó a nuestro proceso de maduración. La promesa de infinitas posibilidades para nuestro desarrollo como artistas y seres humanos, eran un camino que percibíamos a veces como un asfixiante túnel de acero ideológico. Los más débiles se frustraron, otros, los más fuertes, crecimos.Cuando pienso en esos tiempos, viene a mi mente una cita de SwamiVivekananda que aprendí de memoria: “aunque parezca paradójico, la vida interior se desenvuelve mucho más efectivamente allí donde las condiciones externas son más entorpecedoras”.
Como nivel de enseñanza artística recibí de la ENA algo invaluable. Si añado las circunstancias históricas, puedo decir que la combinación fue lo mejor para mi.
De los paisajes de La Isla...
Cuando se habla de paisaje, todo cubano piensa en terrenos ondulados con palmares y arroyuelos,bajo un cielo casi siempre azul. Yo también. Pero hay mucho más del paisaje de Cuba que no se separa de mi y que no es tan ‘típico’. No obstante, siempre digo que más que paisajes pinto ‘estados de la mente’, porque después de 42 años practicando meditación, la experiencia interior se ha mezclado con las imágenes de mi memoria. Entonces los estados de meditación asumen formas de paisajes, que a veces se convierten en metáforas; estas tienen que ver con la experiencia de que solo existe UNO que se manifiesta en la diversidad. Volviendo al paisaje, creo que el entorno del ser humano contemporáneo ya no es sólo el entorno físico inmediato, porque la humanidad se desplaza a gran velocidad, cambia en poco tiempo de un paisaje a otro y lo que vemos en el cine, en la pantalla del televisor o en la computadora es también, en grandísima medida, nuestro paisaje. Esto es verdad, aunque las palmas del paisaje natal continúen balanceándose en el corazón.
Fluir |
Del talento...
Creo en la reencarnación porque desde muy niño han llegado a mi mente fragmentos de vidas anteriores. Siempre supe que iba a ser pintor y que tendría éxito. Nunca corrí detrás los premios, los críticos, los curadores y menos detrás del mercado. Muchas personas nacen con talento, pero no todas traen la determinación necesaria para desarrollarlo. Talento y determinación van de la mano. También creo en el karma. A algunos nos toca recoger la cosecha en esta vida y a otros no.
Cuando creo un paisaje...
Mi mente está siempre llena de ideas de lo que quiero pintar y desconozco el miedo de algunos pintores a la tela en blanco. Cuando comienzo, casi al instante me pierdo en la acción de pintar y los pensamientos no relacionados desaparecen; entonces no hay noción de tiempo o lugar y a veces de ni de mí mismo como individuo.
El reto |
Los detalles de mis obras son...
Siento placer al pintar detalles, es como un acto de adoración a la energía divina en la naturaleza. A veces, si la meditación resulta muy buena, me experimento a mí mismo como una esfera de energía-conciencia en expansión, más allá de los límites del cuerpo y en comunión con la energía en todas las cosas. Cuando termino una meditación como esa, la conciencia expandida no desaparece de golpe sino que va diluyéndose poco a poco; si en ese momento salgo al jardín, me encuentro percibiéndolo TODO al mismo tiempo, pero a la vez sin prescindir de cada uno de los detalles. Entonces la naturaleza se revela como un exquisito encaje de luz, imposible de describir, también de pintar. En mi trabajo intento representar esta experiencia, jugando con los opuestos: un concepto abstracto del ‘todo’ y un culto a los detalles. La superficie sin elaborar, a veces del blanco de la tela, se contrapone con texturas de la vegetación meticulosamente elaborada. Los opuestos se complementan y cada uno hace valer al otro.
Si fuera un color...
Todos, incluyendo el blanco y el negro. Aunque si estuviese obligado a escoger diría que azul.
De mis sueños...
Durmiendo no suelo soñar. Si sucede debo ponerle atención, porque a veces he tenido sueños premonitorios, afortunadamente siempre de eventos dichosos. Si hablamos de soñar despierto, de vez en cuando dejo volar mi imaginación. Mis sueños se convirtieron en mi casa y en mi jardín de meditación, que se va haciendo realidad en la medida en que sigo soñando. También sueño con un mundo mejor, y con más oportunidades para todos. No obstante, generalmente, trato de estar presente en lo que está sucediendo en mi mente y a mi alrededor, justo ahora.
Perder el paraíso |
A que temo...
Le temo al miedo. Por eso cuando lo experimento lo asumo naturalmente, lo contemplo y desde mi interior surge el valor equivalente como para compensarlo.
Si fuera un cielo...
El cielo con todos sus cambios: azul y soleado, gris, tormentoso, nocturno y con estrellas…eso es lo que me deleita del cielo, que es cambiante y siempre el mismo.
Si fuera una canción...
Si respondo desde mis emociones diría que “Pueblo Blanco” de Joan Manuel Serrat. Si doy respuesta desde un sitio más profundo diría que “Om”, el sonido primordial, la música simple que produjo la explosión de la partícula que dio origen a todos los sonidos y al Universo. Sé que esto puede sonar a muchos filosóficamente rebuscado y petulante. Sin embargo ese sonido sigue vibrando,puede escucharse internamente en la meditación y es … ¡tan dulce!
Esta ha sido una entrevista gestada en la distancia desde la calma y el respeto.Trabajar con Tomás ha sido un placer y un ejercicio muy enriquecedor.Por todo esto y mil cosas más...desde este humilde blog quiero agradecer a Tomás Sánchez la gentileza y generosidad al concederme estas palabras.También quiero agradecerle especialmente todas y cada una de las imágenes que acompañan el texto ya que sin ellas el resultado no hubiese sido el mismo.
Montse Ordóñez