Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
soy isla asida al tallo de los vientos...
Puedo volar o hundirme... Puedo, a veces,
morder mi cola en signo de Infinito.
Dulce María Loynaz
soy isla asida al tallo de los vientos...
Puedo volar o hundirme... Puedo, a veces,
morder mi cola en signo de Infinito.
Dulce María Loynaz
En el valle profundo de mis tristezas, tú te alzas
inconmovible y silencioso como una columna de oro.
Eres de la raza del sol: moreno, ardiente y oloroso
a resinas silvestres.
Eres de la raza del sol, y a sol me huele tu carne quemada,
tu cabello tibio, tu boca oscura y caliente aún como brasa recién apagada por el viento.
Hombre del sol, sujétame con tus brazos fuertes,
muérdeme con tus dientes de fiera joven, arranca mis tristezas y mis orgullos, arrástralos entre el polvo de tus pies despóticos.
¡Y enséñame de una vez -ya que no lo sé todavía-
a vivir o a morir entre tus garras!
inconmovible y silencioso como una columna de oro.
Eres de la raza del sol: moreno, ardiente y oloroso
a resinas silvestres.
Eres de la raza del sol, y a sol me huele tu carne quemada,
tu cabello tibio, tu boca oscura y caliente aún como brasa recién apagada por el viento.
Hombre del sol, sujétame con tus brazos fuertes,
muérdeme con tus dientes de fiera joven, arranca mis tristezas y mis orgullos, arrástralos entre el polvo de tus pies despóticos.
¡Y enséñame de una vez -ya que no lo sé todavía-
a vivir o a morir entre tus garras!
Dulce María Loynaz
Rodeada de mar por todas partes,
soy isla asida al tallo de los vientos...
Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
Puedo volar o hundirme... Puedo, a veces,
morder mi cola en signo de Infinito.
Soy tierra desgajándome... Hay momentos
en que el agua me ciega y me acobarda,
en que el agua es la muerte donde floto...
Pero abierta a mareas y a ciclones,
hinco en el mar raíz roto.
Crezco del mar y muero de él... Me alzo
¡para volverme en nudos desatados...!
¡Me come un mar batido por las alas
de arcángeles sin cielo, naufragados!
soy isla asida al tallo de los vientos...
Nadie escucha mi voz, si rezo o grito:
Puedo volar o hundirme... Puedo, a veces,
morder mi cola en signo de Infinito.
Soy tierra desgajándome... Hay momentos
en que el agua me ciega y me acobarda,
en que el agua es la muerte donde floto...
Pero abierta a mareas y a ciclones,
hinco en el mar raíz roto.
Crezco del mar y muero de él... Me alzo
¡para volverme en nudos desatados...!
¡Me come un mar batido por las alas
de arcángeles sin cielo, naufragados!
Dulce María Loynaz
Qué belleza, la palabra de esta mujer!!!Para mi, que no la conocía, un puñadito de amor esparcido en mis sentidos y mi espíritu!!! Gracias!!!!!!
ResponderEliminarDulce María Loynaz y su poesía es un bálsamo para el alma querida Adri,un gran abrazo.
ResponderEliminarLos versos de Dulce María son como ella misma, genio vivo, dulzura acerada...profunda cubanía!! Ella es de esas presencias que siempre me acompañan. Gracias Montse!
ResponderEliminarPura ternura y sensibilidad. Que linda nuestra Dulce, siempre tan llena de luz.
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