"...Quisiera hacer un verso que tuviera
toda la fragancia de la primavera..."
Nicolás Guillén
No hay martirio más grande que el hondo desconsuelo
de suspirar ausente de los paternos lares,
y deshojar la rosa negra de los pesares
bajo la indiferencia de otro sol y otro cielo.
Oír voces extrañas que nunca uno ha escuchado;
no encontrar un amigo, ni hallar una alegría
y sentirse embriagado de esa melancolía
que al recordarse dejan los tiempos que han pasado.
No hallar a nuestro paso ni una rosa siquiera
que ponga su fragancia sobre nuestro doliente
corazón-golondrina sin luz ni primavera-.
Y llamar al futuro, lejano, incierto y frío,
igual que si llamáramos, desesperadamente
asomados al fondo de un ataúd vacío.
Nicolás Guillén
La tarde pidiendo amor...
La tarde pidiendo amor.
Aire frío, cielo gris.
Muerto sol.
La tarde pidiendo amor.
Pienso en sus ojos cerrados,
la tarde pidiendo amor,
y en sus rodillas sin sangre,
la tarde pidiendo amor,
y en sus manos de uñas verdes,
y en su frente sin color,
y en su garganta sellada...
La tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor.
No.
No, que me sigue los pasos,
no;
que me habló, que me saluda,
no;
que miro pasar su entierro,
no;
que me sonríe, tendida,
tendida, suave y tendida,
sobre la tierra, tendida,
muerta de una vez, tendida...
No.
Aire frío, cielo gris.
Muerto sol.
La tarde pidiendo amor.
Pienso en sus ojos cerrados,
la tarde pidiendo amor,
y en sus rodillas sin sangre,
la tarde pidiendo amor,
y en sus manos de uñas verdes,
y en su frente sin color,
y en su garganta sellada...
La tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor.
No.
No, que me sigue los pasos,
no;
que me habló, que me saluda,
no;
que miro pasar su entierro,
no;
que me sonríe, tendida,
tendida, suave y tendida,
sobre la tierra, tendida,
muerta de una vez, tendida...
No.
Nicolás Guillén
Señor Don Nicolás Guillén- Habana
Hace ya tiempo, señor mío y compañero, desde que recibí y leí -apenas recibido- su Sóngoro cosongo, que me propuse escribirle.Después lo he vuelto a leer -se lo he leído a amigos míos- y he oído hablar de usted a García Lorca. No he de ponderarle la profunda impresión que me produjo su libro, sobre todo "Rumba", "Velorio de Papá Montero" y los "Motivos del son". Me penetraron como a poeta y lingüista.La lengua es poesía.Y más que vengo siguiendo el sentido del ritmo, de la música verbal, de los negros y mulatos.No sólo en los poetas negros americanos, que gusto con fruición, sino hasta en los que cantan en papiamento
-lengua, como sabe, de los de Curaçao- que he aprendido.Es el espíritu de la carne, el sentimiento de la vida directa, inmediata, terrenal.Es, en el fondo, toda una filosofía y toda una religión.Usted habla, al fin del prólogo, de "color cubano".Llegaremos al color humano, universal o integral.La raza espiritual humana se está siempre haciendo.Sobre ella incuba la poesía.Y pues que usted dice:"nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros", quiero enviarle aquí una cosilla que escribí el 5 de enero del año pasado, 1931, cuando no conocía su libro.Dice:
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos se reirán.
Melchor, Gaspar, Baltasar,
tres magos;Baltasar negro;
noche negra, van los magos
y el negro mirando al cielo
de las estrellas se ríe,
y la blanca luna, espejo
se le ríe, se le ríe,
y el Niño, al ver mago negro
se echa a reír, y su risa
mece el pesebre del cielo.
Risa pura, luna llena,
funden las nieves del suelo.
Conquistarán nuestra tierra
con risa pura de negros:
con risa que es solo risa...
Dios les aguarda riendo;
magia de risa les cría,
noche negra, Dios sin ceño...
Dichosos los que se ríen,
que dormirán sin ensueños!
Día de Magos de 1931
Y nada más... por ahora.
Aquí me tiene, ahora en Madrid, en este Parlamento, y regularmente en mi Salamanca.
Le tiende la mano como a un compañero de ensueños,
Madrid, 8 VI, 32
Miguel de Unamuno
Esta es una de las cartas que Nicolás Guillén recibió de Miguel de Unamuno, publicada en el libro de memorias "Paginas vueltas" de Nicolás Guillén.
Supongo que el verso que da título a la entrada no se le esté atribuyendo a Nicolás Guillén. Es un verso de Neruda el poeta que Guillén menospreció y vilipendió por razones de servidumbre a la tiranía castrista.Guillén no fue un hombre ligero de equipaje y mucho menos como los hombres de la mar.
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