lunes, 23 de enero de 2012

La fragilidad de los silencios.Mario Carreño




Estoy mirando, oyendo, con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra, y con las dos mitades del alma miro el mundo.
Pablo Neruda








































Mario Carreño desarrolló su carrera entre Cuba, Francia, Estados Unidos y Chile, países donde conoció a prominentes personalidades de la cultura mundial. Semejantes experiencias vitales y artísticas, unidas a un talento tempranamente reconocido, propiciaron el desarrollo de una obra pictórica que franqueó diversas miradas plásticas y dialogó con múltiples estilos. Desde el punto de vista temático, la obra de Carreño está marcada por una preocupación constante hacia el hombre, así como por una visión apocalíptica de las consecuencias de la guerra, aspectos que articulan claves de su pensamiento visual.
Falleció en Chile en el año 1999.

viernes, 13 de enero de 2012

Si abril volviera. Amaury Pérez



Acuérdate de abril, recuerda
la limpia palidez de sus mañanas,
no sea que el invierno vuelva
y el frío te desgarre el alma.

Acuérdate de abril, recuerda
la luz, pero la luz más clara,
la que el beso más mío deja
donde la boca más lejana...



Amaury Pérez



































miércoles, 4 de enero de 2012

Por el bulevar de los sueños rotos. Gilberto Salazar Soriano





Pobre no es el hombre cuyos sueños no se han realizado, sino aquel que no sueña.
Marie Von Ebner Eschenbach





































Estos son algunos de los trabajos realizados por Gilberto Salazar Soriano, un joven fotógrafo cubano que trata de tejer a través de su lente, el entramado de los sueños,de las realidades y de la desazón. Quiero agradecer a Gilberto la generosidad que ha tenido al brindarme su trabajo para que desde esta ventana pudiera darle luz. Si queréis conocer más trabajos de Gilberto,  os invito a visitar su blog www.photogisaso.blogspot.com 

lunes, 12 de diciembre de 2011

Versos para una isla. Orlando Andrade

Imagen de Joan Mercadal


"No puedo vivir en una isla de prosperidad,cuando estoy rodeado de un mar de miserias".
Ayrton Senna





La casa

La casa echa aguas
presta ciertos líquidos al exprimirla
al destinarle el ojo de los huracanes.
Te odio barrio que desbordas por las cuatro esquinas
revientas la luz o la tuerces
tus mujeres se desmarcan
de los corredores de fondo
tu patria no existe o ya se fue abajo
no estaba apuntalada
no tenía el consenso del consejo de vecinos.
El cinco de julio cumplo 14 años
y mi pastel será de polvo
como cualquier viento de Cuaresma
afuera habrá una mujer famosa llamada escándalo
se idiotizará la fe con un par de tambores
gente que desconozco reirá de nuestra vertical
volverán a decir como hace un año
se inclina se inclina se inclina
se ladea peligrosamente.
Te odio barrio por tu rampa indiscreta
porque por ti caminan los jóvenes cabizbajos
tras el rumbo de las albañales formas.
Odio a las putas evidentes
las que no saben contener sus instintos
como los perros de Pavlov.
Te odio barrio con relativa parsimonia
porque a la permuta le faltan firmas
y durante el proceso suelen ocurrir
los infartos más terribles.




El cinco de julio

A fuerza de escarbar en los cuerpos
los niños me recuerdan una pequeña ciudad acanalada.
Flotan los perros muertos en la bahía:
de pulgas estaba hecho el mundo.
Flotan los desmanes que surgen
en medio kilo de pescado podrido al viento
con la sal que recogen para la vida y para después
para flotar la muerte.
Vendrán los nuevos negros a consumir su baile
y renovarán en mi salud las usurpaciones.
Los cerdos se arrastrarán. No me refiero a un hombre solo.
Las frutas pasarán volando hacia el laberinto cárdeno.
El país negro es una pereza enredada en un clavel no nacido.
Cualquier fuerza es un saxo sembrado contra el viento.
Las alturas.
Las alturas.
Los oídos estallan.
Pon el pie derecho en el peldaño
arriba espera Dios
abanicándose.
La música de moda. Las casas. Estuve solo.
Contra el mar y contra el viento estuve solo.
En todos los caminos me figuré el sexo de las mujeres
las vulvas que cualquiera llama a viva voz por su nombre de pila.
El sexo se comparte con las multitudes
y así todos conocen dos modos de llamar a una muchacha.
Las camionetas con el olor nacional.
El fuego que embiste toda boca inerte.
El cinco de julio cumplo 26 años
y mi pastel será de humo de niño
de cualquier instrumento que les sobre.
Me gustaría ser un titán
para llevarme la casa a mi país
donde las paredes cuestan un trono.
Soy yo.
Todavía soy yo.
Cualquier dios lo sabe.


Imagen de Joan Mercadal


Las emisoras

A los niños no se les puede contemplar el sueño
porque despiertan y miran el amanecer.
Mi hija está en camino.
Una mujer está encerrada.
El agua vuelve a los contenes y lloro:
¿por qué siempre el agua?
¿por qué siempre ante mi puerta corren las aguas más turbias?
Los golpes del chapistero estremecen la pared
cambian los canales del televisor. Escuchamos radio.
Los golpes dicen:
…me envolverán las sombras
cuando tú te hayas ido
con mi dolor a solas…
El embarazo de una mujer se reparte
se contrae
es una pelota masturbada.
Compartimos una lección de pintura con los vecinos
donde siempre salimos dibujados hasta el cuello
nos decapitan cada noche con el pincel afilado.
Las emisoras nos delatan
surten el efecto de los policías escondidos en la maleza
que al salir ya saben todos nuestros planes.
Los golpes vuelven a decir:
…fueron tus manos o tu voz
fue quizás la impaciencia
de tanto esperar…


lunes, 5 de diciembre de 2011

Ligero de equipaje,como los hombres que van al mar. Nicolás Guillén




"...Quisiera hacer un verso que tuviera
toda la fragancia de la primavera..."
Nicolás Guillén








No hay martirio más grande que el hondo desconsuelo
de suspirar ausente de los paternos lares,
y deshojar la rosa negra de los pesares
bajo la indiferencia de otro sol y otro cielo.


Oír voces extrañas que nunca uno ha escuchado;
no encontrar un amigo, ni hallar una alegría
y sentirse embriagado de esa melancolía
que al recordarse dejan los tiempos que han pasado.


No hallar a nuestro paso ni una rosa siquiera
que ponga su fragancia sobre nuestro doliente
corazón-golondrina sin luz ni primavera-.


Y llamar al futuro, lejano, incierto y frío,
igual que si llamáramos, desesperadamente
asomados al fondo de un ataúd vacío.
Nicolás Guillén









La tarde pidiendo amor...

La tarde pidiendo amor.
Aire frío, cielo gris.
Muerto sol.
La tarde pidiendo amor.

Pienso en sus ojos cerrados,
la tarde pidiendo amor,
y en sus rodillas sin sangre,
la tarde pidiendo amor,
y en sus manos de uñas verdes,
y en su frente sin color,
y en su garganta sellada...
La tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor.

No.
No, que me sigue los pasos,
no;
que me habló, que me saluda,
no;
que miro pasar su entierro,
no;
que me sonríe, tendida,
tendida, suave y tendida,
sobre la tierra, tendida,
muerta de una vez, tendida...
No.
Nicolás Guillén





Señor Don Nicolás Guillén- Habana

Hace ya tiempo, señor mío y compañero, desde que recibí y leí -apenas recibido- su Sóngoro cosongo, que me propuse escribirle.Después lo he vuelto a leer -se lo he leído a amigos míos- y he oído hablar de usted a García Lorca. No he de ponderarle la profunda impresión que me produjo su libro, sobre todo "Rumba", "Velorio de Papá Montero" y los "Motivos del son". Me penetraron como a poeta y lingüista.La lengua es poesía.Y más que vengo siguiendo el sentido del ritmo, de la música verbal, de los negros y mulatos.No sólo en los poetas negros americanos, que gusto con fruición, sino hasta en los que cantan en papiamento   
-lengua, como sabe, de los de Curaçao- que he aprendido.Es el espíritu de la carne, el sentimiento de la vida directa, inmediata, terrenal.Es, en el fondo, toda una filosofía y toda una religión.Usted habla, al fin del prólogo, de "color cubano".Llegaremos al color humano, universal o integral.La raza espiritual humana se está siempre haciendo.Sobre ella incuba la poesía.Y pues que usted dice:"nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros", quiero enviarle aquí una cosilla que escribí el 5 de enero del año pasado, 1931, cuando no conocía su libro.Dice:

Bienaventurados los que lloran,
porque ellos se reirán.
Melchor, Gaspar, Baltasar,
tres magos;Baltasar negro;
noche negra, van los magos
y el negro mirando al cielo
de las estrellas se ríe,
y la blanca luna, espejo
se le ríe, se le ríe,
y el Niño, al ver mago negro
se echa a reír, y su risa
mece el pesebre del cielo.
Risa pura, luna llena,
funden las nieves del suelo.
Conquistarán nuestra tierra
con risa pura de negros:
con risa que es solo risa...
Dios les aguarda riendo;
magia de risa les cría,
noche negra, Dios sin ceño...
Dichosos los que se ríen,
que dormirán sin ensueños!
                 Día de Magos de 1931

Y nada más... por ahora.
Aquí me tiene, ahora en Madrid, en este Parlamento, y regularmente en mi Salamanca.
Le tiende la mano como a un compañero de ensueños,
                 Madrid, 8 VI, 32
Miguel de Unamuno


Esta es una de las cartas que Nicolás Guillén recibió de Miguel de Unamuno, publicada en el libro de memorias "Paginas vueltas" de Nicolás Guillén.  

domingo, 4 de diciembre de 2011

Alguien a quien recordar. Rubén Gónzalez




Uno debe hacer lo que le agrada, porque de lo contrario te sientes mal y el trabajo no sale bien, o padeces haciéndolo.
Rubén Gónzalez




Imagen de Luis Quintanal




Imagen de Luis Quintanal




Imagen de Luis Quintanal




Imagen de Luis Quintanal




Imagen de Luis Quintanal


Estas imágenes fueron realizadas por el fotógrafo cubano Luis Quintanal, en uno de los conciertos que Rubén Gónzalez ofreció en el teatro Karl Marx de La Habana. Desde aquí quiero agradecer la amabilidad de Luis por haberme permitido darle luz ,por primera vez, a estas bellas imágenes del "hombre del piano" .
















Testamento del Pez. Gastón Baquero

Imagen de Desiree Dolron


TESTAMENTO DEL PEZ

Yo te amo, ciudad,
aunque sólo escucho de ti el lejano rumor,
aunque soy en tu olvido una isla invisible,
porque resuenas y tiemblas y me olvidas,
yo te amo, ciudad.

Yo te amo, ciudad,
cuando la lluvia nace súbita en tu cabeza
amenazando disolverte el rostro numeroso,
cuando hasta el silente cristal en que resido
las estrellas arrojan su esperanza,
cuando sé que padeces,
cuando tu risa espectral se deshace en mis oídos,
cuando mi piel te arde en la memoria,
cuando recuerdas, niegas, resucitas, pereces,
yo te amo, ciudad.



Yo te amo, ciudad,
cuando desciendes lívida y extática
en el sepulcro breve de la noche,
cuando alzas los párpados fugaces
ante el fervor castísimo,
cuando dejas que el sol se precipite
como un río de abejas silenciosas,
como un rostro inocente de manzana,
como un niño que dice acepto y pone su mejilla.

Yo te amo, ciudad,
porque te veo lejos de la muerte,
porque la muerte pasa y tú la miras
con tus ojos de pez, con tu radiante
rostro de pez que se presiente libre;
porque la muerte llega y tú la sientes
cómo mueve sus manos invisibles,
cómo arrebata y pide, cómo muerde
y tú la miras, la oyes sin moverte, la desdeñas,
vistes la muerte de ropajes pétreos,
la vistes de ciudad, la desfiguras
dándole el rostro múltiple que tienes,
vistiéndola de iglesia, de plaza o cementerio,
haciéndola quedarse inmóvil bajo el río,
haciéndola sentirse un puente milenario,
volviéndola de piedra, volviéndola de noche,
volviéndola ciudad enamorada, y la desdeñas,
la vences, la reclinas,
como si fuese un perro disecado,
o el bastón de un difunto,
o las palabras muertas de un difunto.

Yo te amo, ciudad,
porque la muerte nunca te abandona,
porque te sigue el perro de la muerte
y te dejas lamer desde los pies al rostro,
porque la muerte es quien te hace el sueño,
te inventa lo nocturno en sus entrañas,
hace callar los ruidos fingiendo que dormitas,
y tú la ves crecer en tus entrañas,
pasearse en tus jardines con sus ojos color de amapola,
con su boca amorosa, su luz de estrella en los labios,
la escuchas cómo roe y cómo lame,
cómo de pronto te arrebata un hijo,
te arrebata una flor, te destruye un jardín,
y te golpea los ojos y la miras
sacando tu sonrisa indiferente,
dejándola que sueñe con su imperio,
soñándose tu nombre y tu destino.
Pero eres tú, ciudad, color del mundo,
tú eres quien haces que la muerte exista;
la muerte está en tus manos prisionera,
es tus casas de piedra, es tus calles, tu cielo.

Yo soy un pez, un eco de la muerte,
en mi cuerpo la muerte se aproxima
hacia los seres tiernos resonando,
y ahora la siento en mí incorporada,
ante tus ojos, ante tu olvido, ciudad, estoy muriendo,
me estoy volviendo un pez de forma indestructible,
me estoy quedando a solas con mi alma,
siento cómo la muerte me mira fijamente,
cómo ha iniciado un viaje extraño por mi alma,
cómo habita mi estancia más callada,
mientras descansas, ciudad, mientras olvidas.

Yo no quiero morir, ciudad, yo soy tu sombra,
yo soy quien vela el trazo de tu sueño,
quien conduce la luz hasta tus puertas,
quien vela tu dormir, quien te despierta;
yo soy un pez, he sido niño y nube,
por tus calles ciudad yo fui geranio,
bajo algún cielo fui la dulce lluvia,
luego la nieve pura, limpia lana, sonrisa de mujer,
sombrero, fruta, estrépito, silencio,
la aurora, lo nocturno, lo imposible,
el fruto que madura, el brillo de una espada,
yo soy un pez, ángel he sido,
cielo, paraíso, escala, estruendo,
el salterio, la flauta, la guitarra,
la carne, el esqueleto, la esperanza,
el tambor y la tumba.

Yo te amo, ciudad,
cuando persistes,
cuando la muerte tiene que sentarse
como un gigante ebrio a contemplarte,
porque alzas sin paz en cada instante
todo lo que destruye con sus ojos,
porque si un niño muere lo eternizas,
si un ruiseñor perece tú resuenas,
y siempre estás, ciudad, ensimismada,
creándote la eterna semejanza,
desdeñando la muerte,
cortándole el aliento con tu risa,
poniéndola de espalda contra un muro,
inventándote el mar, los cielos, los sonidos,
oponiendo a la muerte tu estructura
de impalpable tejido y de esperanza.

Quisiera ser sombra entre tus calles
una sombra cualquiera, un objeto, una estrella,
navegarte la dura superficie dejando el mar,
dejarlo con su espejo de formas moribundas,
donde nada recuerda tu existencia,
y perderme hacia ti, ciudad amada,
quedándome en tus manos recogido,
eterno pez, ojos eternos,
sintiéndote pasar por mi mirada
y perderme algún día dándome en nube y llanto,
contemplando, ciudad, desde tu cielo único y humilde
tu sombra gigantesca laborando,
en sueño y en vigilia,
en otoño, en invierno,
en medio de la verde primavera,
en la extensión radiante del verano,
en la patria sonora de los frutos,
en las luces del sol, en las sombras viajeras por los muros.

Gastón Baquero