Poema coloquial sin motivo aparente
Este documental de La Habana a principios de siglo,
con sus tranvías, con su gente apurada
caminando hacia mí;
esas escenas en blanco y negro como la vida misma,
los anuncios lumínicos, los sombreros,
las insólitas faldas de las señoritas;
este documental donde yo no aparezco todavía
pero la lógica indica que pasaré
por esa esquina exacta,
que tomaré el tranvía hacia los ojos de otra gente;
esos recodos de la ciudad
donde el tendido eléctrico
está lleno de pájaros,
y las columnas cubiertas de propaganda electoral,
y los balcones de las casas con niños
que peligran en los barandales;
este documental donde un desconocido
mira hacia la cámara
sin saber que seguirá mirándome
tantos años después;
este documental que no ganará premios
ni resiste el más leve comentario crítico,
que nadie viene a ver a este cine olvidado
de un pueblo de campo;
que la proyeccionista accedió
a proyectarlo con fastidio;
este documental, triste y silente,
me ha recordado, no sé por qué,
los ojos de Natalia.
Alexis Díaz Pimienta
Perteneciente al libro "Fiesta de disfraces" (Ed.Calambur,2008)
ALBERTINA NO SE PONE VIEJA
Hoy he caminado con mi madre por lo que fue su barrio.
La calle Infanta sigue igual, dice,
solo que están más sucias las paredes,
se han caído demasiadas columnas,
no hay letreros ni anuncios lumínicos
ni venta de refresco y panes con bisté
ni putas que se ofrecen en las puertas de sus casas
ni patrullas que asusten a las adolescentes.
Ya ni siquiera sigue el gordo Luis, dice, herniado,
sentado en el portal, contando guaguas.
A mi madre no la dejaban andar por estas calles
porque era joven y decente, negra y decente,
virgen y decente, así que caminaba
más de lo necesario para ir hasta su escuela.
El edificio de Carteles —dice— sigue pintado igual.
Y ésta era la bodega del gallego Joaquín
—dice— que le ponía sombrero a su mujer
para que nadie la mirara. Mi madre no se emociona,
habla como una exploradora con catacumba propia.
La observo: falda corta, de cuadros, plisada,
zapaticos de correas,
moños trenzados y delgadez extrema.
A esta hora mi padre está en Pinar del Río
con un machete en alto, tumbando cañas
que luego venderá en la plaza de Cuatro Caminos,
a unas cuadras de Infanta, sin que mi madre sospeche
que el guarapo conque calma su sed la llenará de hijos.
Mi padre ni siquiera sabe, a estas alturas,
cómo se cruza Infanta. Ignora, incluso, que el barrio Pajarito
es un barrio de putas, y que por eso no se puede encontrar
con mi madre mientras arrastra su carreta.
Son los años cincuenta.
El cabaret Las Vegas se inunda de jazz
y recostados sobre las victrolas
lloran a coro todos los borrachos de la Habana Vieja.
Errol Flyn se bate a muerte con Beny Moré,
y José Antonio Echevarría detiene los relojes del país
en el preciso instante en que mi padre
cruza Infanta por primera vez
y ella le da las gracias por cargarle los libros.
Entonces, él la invita a un primer vaso de guarapo fresco.
Luego, mi madre supo que a José Antonio
lo acribillaron en la escalinata,
que La Lupe puso a temblar Las Vegas,
que el joven del guarapo se llamaba Jesús.
Y todo en este barrio, dice,
un sitio de La Habana que sigue igualitico igualitico,
sólo que ella ya no tiene quince años.
Alexis Díaz Pimienta
Quiero agradecer especialmente la generosidad de Alexis Díaz Pimienta por regalarme estos poemas y la posibilidad de compartirlos con todos vosotros a través de este espacio.Si queréis disfrutar de la obra de este artista os invito a visitar www.alexisdiazpimienta.es.tl Un abrazo a todos!
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