viernes, 26 de agosto de 2011

Un instante de luz. Serafina Núñez



“La poesía debe ser, primero, un instante de luz. Pero además de eso debe encerrar no solamente belleza, sino conceptos para que no sea solamente palabra hueca, debe tener también sentimiento belleza, quizás un poco de filosofía.
Yo le diría a los jóvenes, a los que aman la poesía, a los sensibles que entren un poco en sí mismos, que se sienten aunque sea cinco minutos durante el día a pensar, a meditar en sus acciones, en sus emociones, en lo que han vivido, visto, en lo que tienen alrededor; porque para mí los temas principales del hombre son el ser mismo, la muerte, el amor. No es que les diga que hablen de esos temas. Pueden hablar de la primavera, pero no porque salieron flores y esas cosas, sino pensando en lo profundo de lo que están diciendo, en lo que lleva encerrado la palabra primavera”.
Serafina Núñez 






Contemplación

Desde el balcón donde anochezco miro,
devorado por oros y por llamas
de suaves rojos, al poniente esclavo
del exacto vivir, que le sentencia
en preludio de vuelos fatigados,
al eterno escapar en lumbre y lumbre,
abriendo la mansión de la lechuza
de socrático elixir poseída,
cortejado de pinos y responsos.
Hacia donde la noche alza su trono
de profecía y rosas extasiadas
en perenne rocío, sombra en la sombra
de sus soledades.
Tomando cuerpo y liberando el alma.


Hombre y tiempo

El tiempo te vigila, te sorprende, te encarcela, te anula.
Ardemos en su llama como un frágil pabilo intrascendente;
altivo crees vencerlo. Él siempre posee el as de oro;
el reya de la corona nada facilita la derrota.
¡Ay, precarios pueblos de la nieve!
Son la única riqueza de lo eterno, hombre,
eres el fantasma de ti mismo en el instante
y apenas puedes descifrar el preámbulo
donde nacen las aguas de tu existencia.
Estás a tiempo -oyes decir a las comadres.
¿A tiempo para qué, señoras lívidas?
Ni siquiera tiempo para morir por ti dispuesto.
"Él" es el tañedor de los variados
y el de los mágicos y sublimes salmos,
el señor de paroxismos, sorpresas deslumbrantes
o funestas y de tu voluntad,
el poderoso señor de la memoria,
y tú, una gota cayendo, espléndida sonrisa acaso
del inocente sin realeza, que vendió sus juegos de existir
y se refugia en las caídas hojas de su ala
donde lo apresan las redes de lo inerte. 


Poema de vigilia

Escribo en la noche susurrante y ajena,
en esta calle mía agresiva y ruidosa
como plaza de Roma colmada de peregrinos espectaculares
y comerciantes pregoneros.
-El sueño es un ciervo que huye en lentos espirales-
Escribo en esta noche incitante y extraña;
a mi lado el color feliz de la quimera,
besa mis párpados,
araña las paredes,
penetra los poros,
se pierde en altos cielos...

Escribo en esta noche de inesperados laberintos:
en su penumbra,
como ascuas, espejos vigilándonos,
los rostros de los amados muertos,
los rostros de los vivos,
los innumerables rostros de la vida
y sus variados universos.
Escribo en esta noche lenta, envolvente como una profecía,
en la infinita vigilia de sus astros...
Mis palabras habitan la soledad.


Vigilia

En la noche sin mástiles goteaba tu silencio.
De su carne y penumbra el hombre se olvidaba.
Nada más que la queja de un cielo peregrino
apagando veleros en el pecho sonámbulo,
y hacia la ignota cifra el sueño marinero.
Calles de la noche, aire desierto, reino
donde muertos y vivos maduran sus granadas
navegando entre brújulas de esperanza y quejumbre.
En la espalda del tiempo sellada por mi frente
resbala el ángel diestro que el espejo me esconde...


martes, 23 de agosto de 2011

Una de tus alas. Zaida del Río





"Mi alma se despierta en el preciso instante donde el día y la noche se encuentran. Me gustan los mundos indefinidos; parecería imposible siendo mi obra tan precisa en detalles y la línea mi medio de expresión. Es un misterio para mí ver deslizarse las sombras de todas mis acciones, la realidad de la vida como campos magnéticos y estímulos en mi pensamiento".
Zaida del Río


















Zaida del Río (Villa Clara, 1954) es una de las más relevantes figuras de la plástica cubana. La pintora estudió en la Escuela Nacional de Arte, en el Instituto Superior de Arte y en la L’Ecole des Beaux Arts, de París, Francia.
Ha realizado una treintena de exposiciones personales en Cuba, México, España, Francia, Italia, Brasil, Martinica, Japón y Estados Unidos, y ha participado en numerosos concursos y exhibiciones internacionales.
Ostenta el Premio de Litografía, del Encuentro Nacional de Grabado, La Habana, 1984, el premio de Pintura, Bienal de Tenri, Japón, en 1997; y la Medalla de Oro, Premio de Pintura, Bienal del Cairo, Egipto, en 1993, entre más de una decena de lauros.Si queréis conocer más trabajos de Zaida del Río,os invito a visitar www.cubapinta.com

lunes, 22 de agosto de 2011

Nostalgia entre los hombros. Odette Alonso






"...Qué silbido recuerda a las aguas de antaño
qué corriente vendrá de nuevo a tus orillas..."
Odette Alonso



Antesala del miedo

Supe de la neblina
y salí al mundo.
El miedo era un planeta extraño
verte venir desde la acera opuesta
toda tu luz burlando el mediodía.
Yo que apuré el asfalto
todo el viento del mundo reteniéndome.
De qué sirve el amor
qué extraña esencia nutre su llegada
para que se convierta en una espera
en una melodía.
Calle para mis pasos
y el mar que desemboca a la vuelta de tus ojos
como el deseo de ser mar
encrucijada.
Qué luz viene de ti que me enceguece.
No puedo darte la felicidad sino su anverso.
Voy a decir amor trazo de sombra y no te marches.
El miedo es un planeta absurdo y cierto. 





Bailarina

Saltó desde mi ojo a la ventana
desnuda está en la acera mojada a la intemperie
bajo una luna extraña.
De pronto ya no baila
me sigue el rastro ajeno taciturno
la ira del zapato sobre el lomo.
Salta la bailarina
me recorre la espalda
habla de Irlanda en mis hombros y no entiendo
la hago saltar a punta de pistola
dolor para gritar malas palabras
y no aguantar ni un poco
y no tener piedad.
Gritar para que salte disparar
y ver su cuerpecito llevado por el aire
danzando a contraluz.





Historia breve de una mujer de lejos

Una mujer espera en el andén
y se asoma al hueco breve de su impronta.
Cuando llegó
sin haberlo previsto
el sol quebró su cápsula rojiza
y sorprendió un quejido de escorpiones.
Quizá entonces no pensara en la estampida
y fuera un simple juego comenzar
pero hoy el sol es una moraleja.
Con su abolida oscuridad de cobres
oculta una nostalgia entre los hombros
y destruye el cascarón
oyendo voces
quizás pasos ascendiendo la escalera
o algún ruido inusual
inesperado.
Una mujer de lejos se convence
desdice sus arranques y sus duda
con tal de que alguien quiera responderle
de que alguien quiera amar
de que alguien pueda.
Una mujer recoge caracoles
insuficientes como cuello de botella
y cuelga en su cadena una angustia amarilla.
Disfraza cuanto puede su estirpe de ermitaño
pidiendo a gritos una desbandada
y el corazón se vuelve un rótulo impreciso
que dice ya no puedo.