martes, 17 de abril de 2012

Bajo el cielo de los Dioses. Roger Salas



"Si no estoy en un lugar me hallarás en otro,
en alguna parte te espero".
 Walt Whitman



Baco. Caravaggio




LA COMIDA

La longaniza moteada de púrpura
Chisporrotea; contiene inmundicias
Y aderezo picante de comino rojo.
Los desechos pasados por el fuego
Se convierten en delicioso engaño.
La tripa untuosa también se traga.

La receta sigue siendo la misma:
Grasa pellejo tuétano nervio sangre
Es verdad: somos lo que comemos
.

Ravello 2008-Capodimonte, verano 2010



Ariadna,Venus y Baco. Tintoretto




CORNUTO y PERSIO

Vas a iluminar el elevado íntimo círculo
Donde se regresa a la figura del otro,
La vocecilla oscura parte desde dentro
En la sima donde Persio talla su tristeza,
Hace así un rápido repaso de su aventura
Y de lo que no significa más que desliz.
Marco Anneo Lucano lo supo e hizo eco
Como de un estro sacado por la fuerza.
Todo acabará tan rápida y cruelmente
Como comenzó en un estricto secreto.
Hay un cinismo que prestigia a cualquiera,
Luminosidad que puede llamar a engaño
Por el curioso remate de las vestiduras.
Somos parte de una ciudad implacable
Que agota indolente cualquier fervor.
Sé que mis escritos te parecerán hechos
En otra época, pero ya un día entenderás
Que no pueden ser de otra sino de esta.
Ya ves que el techo hueco del Panteón
Tiene la voluntad perniciosa de ser así:
Te avisa por donde escapa el discurso,
La brutal canícula propicia al revelar
Lo que otro hombre exploró desesperado.
Te veo alejarte a paso firme del templo
Donde el ara tiene manchas oscuras.
La espalda es sólido baluarte fronterizo
Desde donde debes empezar de nuevo
En otra vida, otras ruta quizá hacia el sur.
Nunca más volveré a verte ni a oírte.
Nada se ve desde la ventana de la muerte,
Por ella se salta en un simple alarde
Hacia lo desconocido que resulta espejo.
Lucano vadeó el desprecio de Claudio,
Quien lo mandó injustamente al exilio;
Soportó las lisonjas húmedas de Nerón
Pero orgulloso de sus libretos de danza.
Nada lo salvó de las envidias imperiales
Y la desgracia lo convirtió en cobarde.
Un verso propio le sirve de proemio
Cuando acude a vaciar la vena latente,
Deja un dolor incomprensible en el otro
Pues no hay paradoja ni contradicción
En lo que debe saberse de su historia.

“Puedes purificar el insulto
Enaltecerlo con la mentira
o acotar la frágil distancia
Entre el escupitajo y la daga”.

A veces le faltaba una cierta inspiración
Pero guarda el recurso clásico de la elipsis
Y una habilidad especial de buen escriba:
Oscurecer el verso hasta hacerlo caverna,
Refugiar la idea en un pesante vestido
Para darle el espesor de un escudo tracio.
Scriptitavit et raro et tarde (*) oyó decir.
Un maestro siempre espera la gratitud.
En su lugar este discípulo se escaquea.
Aulo Persio Flaco no quiere escuchar
Aunque Lucio Anneo Cornuto insiste
En decirle de cualquier manera posible
Que el tiempo de hoy como el de ayer
Son exactamente tan únicos como los mismos.
Juntos van a las faldas humeantes del Etna:
“Cuando crees disponer de tiempo,
Cuando ves pasar la prisa ajena
Como algo que no te pertenece,
Así sorprendió la muerte a Persio
A poco de cumplir veintiocho años”

Lo oculto es lo único que puedo demostrar.
La ingratitud del paisaje es sabia indiferencia,
Rampando sube una voz de iniciática tristeza
Y esmalta los bordes mellados del espejo.
Ahora no entenderías el valor del dinero,
Pero después cuando tus carnes se ablanden
Nada te importará como apilar las monedas.
¿Para qué atravesar fatigosamente los siglos
Y hurtar detalles ominosos de la biografía?
Es que el mundo no cambiará lo suficiente
Como para que veamos el envés de la hoja,
Y la prudencia es la madre de la porcelana
Pero aquí sólo tenemos cacharros de barro.

“Le intenté enseñar a callar
Pero algo en él reclamaba
Ruidos y nueces a la vez:
Quería que Roma fuera otra
Siendo a pesar la misma”.

De lo que se puede poseer querido Persio
Poco cabe en el hueco de ambas manos.
Nada hay más allá del rigor de la armadura
Esa que te garantiza una decencia aparente.
Poco hay que justifique inútiles desvelos
O esos actos graciosos de furia vespertina.
Hay un dolor perverso siempre en aquello
Donde el joven muere primero que el anciano.
El viejo apenas puede expresar desolación
Y se conforma con una misión sagrada:
Custodiar con celo biblioteca y escritos,
Preguntarse en solitario una y otra vez:
¿Pero no somos todos algo y bastante griegos? 
Por fortuna, Silvio Itálico vivió para contarlo.

 Roma 2003 – Jersey Island 2007-09


Roger Salas es un ser especial, que a través de sus poemas, logra devolvernos a los paraísos perdidos y poco transitados de los Dioses latinos y helénicos. Estos dos poemas forman parte de su libro de poemas "Muladar". 
Quiero agradecer a Roger la inmensa generosidad al querer compartirlos con todos vosotros en este blog, ya que está prohibida su difusión o reproducción sin expreso deseo del autor.

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